"Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado" (André Gide)
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire)

"La religión es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes" (Lucio Anneo Séneca)
"Cualquier hombre puede caer en un error, pero solo los necios perseveran en él" (Marco Tulio Cicerón)
"Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos" (Sófocles)
"No juzguéis y no sereis juzgados" (Jesús de Nazaret)
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24/10/2008

Un loco cuerdo y unos cuerdos locos.

Don Quijote de la Mancha es una obra maestra. Hay eminentes autores consideran que el Quijote es una novela épica dentro de una novela realista; y esta estructura concéntrica la consiguió su autor mediante las dos perspectivas sobre la acción que mantiene desde el comienzo hasta el fin. La primera, es la perspectiva del protagonista, el ideal, que permanece inmune a la realidad gracias a su locura, y le permite interpretar todo lo que le pasa como una serie de maravillas mágicas propias de sus novelas de caballerias. La segunda, que es la perspectiva nuestra, la real, nos hace considerar a la primera como ridicula y como cosa de locos, y siempre se impone la dura realidad: el mundo real siempre gana. Así Cervantes ha fundido dos mundos artísticos en uno, logrando los efectos maravillosos del género caballeresco sin ahondar demasiado en su empalagosas fantasias imaginarias e irreales. Esta interpretación me gusta muchisimo.

Tambien hay otros grandes autores que consideran que mediante el personaje de Don Quijote, Cervantes presenta la lucha simbólica entre lo ideal y lo real, adoptando un tono cómico y realista en la Primera parte del Quijote, mucho más fresco. En la Segunda parte parece como si lo ideal se halla atrapado y degradado por la sociedad.

A cada persona la lectura del Quijote le puede sugerir mil ideas, diez mil apreciaciones e infinitas sugerencias. Dejemos a los expertos académicos, mucho más autorizados, seguir discutiendo sobre estas cuestiones.
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Mi opinión personal, lo que a mi me inspira la novela, lo que el corazón me dice de ella, e insisto, es solo mi opinión, es esta: primero, que es conveniente observar la vida de desgracias del autor, Cervantes, y también la España de su época: el Imperio Español tocaba a su fin, la Armada Invencible habia fracasado, Alemania era un semillero de problemas eternos, y estabamos en bancarrota. Para mas INRI, apareció el Rey Felipe III, de quien su padre, Felipe II dijo que en vez de gobernar, temia que lo gobernaran a él, como así fue. El gigante comenzaba a desmoronarse.

Empecemos. Aunque muy de lejos, esta polémica me recuerda a la antitesis entre mente y corazón. D. Quijote es el corazón, el ideal; Sancho es la mente, la realidad. ¿Cómo conciliarlos? En vez de resolver la pregunta, Cervantes tiene la genial ocurrencia de crear el drama: la antítesis de don Quijote y Sancho, y contrapone los dos aspectos de la dicotomía en un problema sin solución.

Pero en la segunda parte sucede algo muy curioso. D. Quijote cada vez es mas realista, y Sancho cada vez mas idealista. D. Quijote empieza a decir refranes, y Sancho comienza a hablar a veces hasta elocuentemente. Se superponen ambos personajes y ambos mundos. Realidad y mundo fantástico llegan a confundirse en algunas ocasiones. Pero Cervantes nunca pierde la brújula y describe, una y otra vez, sin misericordia, una realidad muy fría y muy dura, que nos hace incluso daño, contra la cual siempre D. Quijote choca, una y otra vez. Incluso Cervantes se definió a si mismo no como padre, sino como “padrastro” de D. Quijote. Pienso que Cervantes al atacar asi a D. Quijote, ataca al idealismo irracional y estúpido de la España de la época, reivindicando la corriente humanista. Si; pienso que Cervantes era un humanista; tuvo que leer a Erasmo, casi con toda seguridad. Y manifiesta una comprensión hacia la realidad y muchos detalles muy próximos al humanismo. Las locuras y los ideales solo son eso: locuras e ideales.
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¿Seguro?

Veamos. Sí que es cierto que Cervantes critica la locura de D. Quijote, pero no se muestra menos critico con la realidad que lo circundaba. Si; porque cuando mantearon a Sancho, el mismo Cervantes define a los manteadores diciendo que son gente que aunque D. Quijote fuera verdaderamente caballero de la mesa redonda, no lo valorarian ni en dos ardites; es decir, se lo tomarian a broma de todos modos, reflejando la maldad y la realidad de la vida y del ser humano. Al hablar del ventero hace un retrato muy real, y le llama mas ladrón que caco; el retrato de Maritornes es especialmente duro y escrupulosamente acertado, casi se le puede oler el aliento a ensalada fiambre; cuando habla de Sanson Carrasco lo llama perpetuo trástulo y regocijador de los patios salmanticenses, y amigo de bromas y de burlas. Apenas nos quedamos dormidos y empezamos a soñar, Cervantes hace que la realidad nos despierte una y otra vez, a golpes.
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Es decir: "critica" (?) a D. Quijote, como loco que es. Pero el caso es que acto seguido critica tambien a sus verdugos, los hijos de la realidad, y siempre, en todas las descripciones, destila una fina ironia y socarronería, y creo que hasta mala leche, hacia esa realidad. Después de cada encontronazo que nuestro D. Quijote se daba contra la dura realidad, observamos que Cervantes acude muy pronto a curar y a mimar a su héroe, y a criticar a los bellacos (malos follones y encantadores de la vida real) que lo habían despertado de su mundo de sueños, de su mundo de ilusiones.

Pero bueno, ¿en qué quedamos? ¿En que equipo milita Cervantes?

Quizás Cervantes hubiera deseado con todo su corazón (como me sucedió a mí con doce años y me sigue sucediendo algunas veces hoy dia) que los Molinos hubieran sido verdaderamente gigantes Briarreos de verdad, y que las Ovejas hubieran sido Ejércitos de Miramamolín. Es como si nos hubiera dicho: D. Quijote es un loco sin remedio, de acuerdo, pero…¡que locura más bonita, que ideales más bellos…!. Merece la pena luchar por ese ideal…incluso aunque te muelan a palos, aunque se rian de ti.

La prueba de ello es que cuando D. Quijote recuperó la cordura, al final de la novela, quizás se sintió tan mal, quizás la realidad le dolió tanto, quizás el mundo le pareció tan cruel, tan malvado y tan fiero…que no pudo sufrirlo y se murió, de pena, de dolor. Prefirió irse a cabalgar para siempre con Amadis de Gaula, con Tirante el Blanco, y a pasear por los jardines Eliseos perpetuamente enamorado y cogido del brazo de su bella Dulcinea. Cervantes consigue asi matar al mundo de las fantasías; y nos deja en el triste e insipido mundo de la realidad.

Y tengo la duda de si la bacia era bacia o era yelmo. En una primera lectura es obvio: parece que, segun D. Quijote, los encantadores que lo perseguían transformaron el Yelmo de Mambrino en una simple bacia de Barbero. Y para Sancho no hay encantadores que valgan: aquello era una bacía de barbero.

¿No será al revés, que los encantadores que nos persiguen a nosotros nos impidieron ver que aquello era verdaderamente un Yelmo, no será que fuimos nosotros los engañados, y solo D. Quijote lo vio realmente, mientras que el mundo estaba ciego y encantado con su materialismo y su falta de ideales, y no supo apreciar la belleza de dicho Yelmo?

¡Quizás verdaderamente era el Yelmo de Mambrino, y D. Quijote tenía razón!

Por todos los dioses, que maravilla de novela…

Saludos.
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Grupo de lectura de El Quijote en La Acequia.
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23/10/2008

Esperanza

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. (Khalil Gibran)

Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción. (Samuel Johnson)

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente. (Khalil Gibran)

Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol. (Martin Luther King)

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano. (Martin Luther King)

La esperanza es el sueño del hombre despierto. (Aristóteles)

La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo. (Maurice Maeterlinck)

Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar. (Proverbio japonés)

Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación. (Thomas Hobbes)

La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado. (Ovidio)

Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza. (Alfred Tenson)

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres. (Rabindranath Tagore)

En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá. (Noel Clarasó)

Mientras hay vida hay esperanza. (Refrán)

Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza. (Epicteto de Frigia)

La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones. (Severo Catalina)

La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia. (John Ruskin)

El sol no se ha puesto aún por última vez. (Tito Livio)

La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte. (Nietzsche)

¿Cual es el sueño de los que están despiertos?. La esperanza. (Carlomagno)

Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse? (Goethe)

En la adversidad una persona es salvada por la esperanza. (Menandro de Atenas)

La esperanza es el único bien común a todos los hombres; los que todo lo han perdido la poseen aún. (Tales de Mileto)

La esperanza no es ni realidad ni quimera. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos; han sido hechos por el gran número de transeúntes. (Lu Xun)

Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas. (Anatole France)

La esperanza vieja es la más dura de perder. (Elisabeth Barret Browing)

Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado". (Schopenhauer)

Sin esperanza se encuentra lo inesperado. (Heráclito de Efeso)

De la igualdad de habilidades surge la igualdad de esperanzas en el logro de nuestros fines. (Thomas Hobbes)

Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer, sino de una esperanza a otra. (Samuel Johnson)

La esperanza y el miedo son inseparables. (La Rochefoucauld)

El ocaso de una gran esperanza es como el ocaso del sol: con ella se extingue el esplendor de nuestra vida. (H.W. Longfellow)

La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros. (Samuel Smiles).

Saludos.
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22/10/2008

Sepulcrum

Por sepulcrum se entendía en Roma toda clase de monumento para depositar a los difuntos, tumbas de enterramiento o inhumación o albergue de cenizas de incineración, públicos o privados (familiares). El columbarium romano (columbarium es literalmente palomar), es una estancia o cámara sepulcral, en cuya pared se abren nichos o "loculi" (circulares, cuadrados o rectangulares) para albergar las vasijas, ollas o urnas cinerarias (olla ossuaria), su semejanza con los nidales de los palomares es lo que determinó su nombre. El origen cronológico de los columbarios es incierto, aunque provienen de la herencia etrusca. En ciudades de Etruria como Toscanella se conservan rocas excavadas y cubiertas de nichos, y los griegos del periodo helenístico conocían ya los " peristeón" o monumentos con nichos.

Los primeros momentos de la incineración y por tanto de los columbarios que cobijaban las ollas o urnas cineraria, pueden remontarse al siglo III a. de C. Su auge se produjo durante los mandatos de Augusto y Tiberio, extendiéndose hasta los confines del imperio y el declive del rito de incinerar concluye en el siglo III a partir de Adriano, o IV d. de C., con la expansión del cristianismo y la costumbre que conllevaba de enterrar o inhumar a los difuntos.

El rito de la cremación del cadáver estuvo muy extendido en Roma. Los romanos creían que el fuego y las almas eran de similar naturaleza, razón por la cual pensaban que la cremación permitía que ésta llegue más rápido al otro mundo. La cremación, tenia, pues, un significado religioso.

Muchas veces he pensado en que sucedería con mis restos una vez muerto. No es un tema muy agradable, que digamos, pero para mi no es nada traumático, antes al contrario: es un tema muy normal del cual hay que hablar con total y completa naturalidad. Todos los días muere gente. Y bien entendido, antes que nada, que no tengo ninguna prisa, absolutamente ninguna, en que llegue ese momento, pido a los dioses que me den muchos años de vida, porque me gustaría ver crecer a mis hijos, conocer a mis nietos y envejecer junto a mi mujer.

Pero de todo hay que hablar en esta vida. A mí siempre me ha gustado más la costumbre de la cremación que de la del simple enterramiento. Un cadáver putrefacto es algo completamente asqueroso. La materia organica se descompone, y aquello no es sino una sinfonia de colores y de olores. Y he aquí la paradoja humana: en los cementerios vemos bellos monumentos de mármol, algunos muy costosos y ricas inscripciones labradas en oro, y, ¡oh paradoja! Por dentro solo hay carroña. Desde que era pequeñito tuve muy claro que aquello no era de mi agrado, me ponia enfermo ir al cementerio, sentía una aversión visceral hacia todo aquello, y además, me parecia una contradicción mayúscula. Pensaba, y ahora lo pienso aún más, que si se quería a una persona habia que demostrárselo en vida, dándole amor mientras esté aquí; y no luego, cuando ya se ha ido, gastandose luego una fortuna en materiales de primera que no hacen sino esconder eso, simples restos.

Conste que no critico a quien lo haga; cada uno es muy libre de hacer lo que desee con los restos de sus seres queridos, y respeto todas las costumbres. Pero yo tambien soy muy libre de decidir lo que quiero que suceda con mi envoltorio carnal una vez que yo no esté. Lo tengo claro: la cremación, el fuego purificador. Es más limpio y más higiénico, además ahorra espacio. No me gustaría que este cuerpo serrano que uno tiene fuera devorado por los gusanos, de eso nada. Por eso…¡pienso desheredarlos a todos! No les voy a dejar ni la más mínima brizna, solo cenizas. Y lo tengo claro, por supuesto: nada de mármoles. No quisiera que mis descendientes pasaran un mal rato el dia de todos los santos, mientras un poco más allá alguien se asombra de lo costoso y bien labrado que está el mármol del panteón. No. Prefiero que me recuerden celebrando una buena comida (por ejemplo, almorzando ese dia algo que a mi me gustara) o bebiendo de mi cerveza favorita (una buena Franziskaner, por ejemplo) y recordando el amor que les dejé, o rememorando mil anécdotas. Quiero que mi recuerdo sea alegre, no triste; y la perenne contemplación de un panteón no es sino un perpetuo recordatorio, muy triste, de adonde vamos y de cual es nuestro final.

Bien, eso ya lo sabemos, no necesitamos que nadie nos lo recuerde ni nos amargue el rato. Quiero que mi final sea como el de los antiguos romanos. Y si mis cenizas son trasladadas a Roma, para reposar en la ciudad eterna, al lado de mis grandes héroes de antaño, entonces aquello sería, sencillamente, extraordinario.

Al fin y al cabo polvo somos y al polvo hemos de volver.

Saludos

20/10/2008

Un artículo en la prensa.

Acabo de leer un articulo de Arturo Pérez-Reverte publicado en la prensa hace pocos meses, en Diciembre de 2007. Todos conoceis a su autor. Entre otras cosas, es novelista, periodista y miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Me ha parecido muy interesante, porque invita a la reflexión. Pero me permitiréis una humilde sugerencia, y es esta: sería interesante que nos olvidaramos por un momento de quien lo dice, y nos centráramos en el contenido de lo que se dice. Lo digo porque merece la pena leer el articulo con la mente abierta y liberada de prejuicios e ideologias.

Este es el articulo:

"Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado."

Si lo deseais, también podeis consultar el original en el siguiente enlace, haced click: http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2687&id_firma=5150

Saludos.
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19/10/2008

La rosa blanca.

Aquel hombre araba y abonaba la tierra preparándola para su ciclo anual de cultivo. Llegada la época de la siembra depositó las semillas de diferentes especies de flores en los invernaderos de que disponía en aquel campo de tierra fértil, cada especie en su sector asignado.

Las semillas poco a poco comenzaron a germinar. El hombre proporcionaba incesantemente a su invernadero toda suerte de cuidados: regaba la tierra y la trataba, abonándola y dándole continuamente todos los productos necesarios, con la finalidad de que las flores tuvieran los colores más bonitos y el abono hiciera que desprendieran las fragancias más arrebatadoras. Así las vendería al mejor precio posible en el mercado.

Llegó el momento de la floración, y el paisaje se tiñó de una bella gama de colores. Lirios, azucenas, rosas, claveles, margaritas, lilas, amapolas, narcisos y muchas mas especies de flores rompieron el pálido ocre de la tierra con su paisaje multicolor. Como habían sido bien tratadas y bien abonadas el aroma que desprendían era digno del Olimpo, esa fragancia única compuesta de miles de fragancias diferentes se esparcía por aquel campo. Eran flores realmente extraordinarias. Definitivamente, obtendría buen precio por ellas.

Sin embargo, un buen día se acordó de que tenía un pequeño rincón del campo, apenas visible pues estaba escondido detrás de una roca, en el cual, por olvido, no había realizado ninguna clase de cultivo. Se dirigió allí sin mucha esperanza, pues al no haber regado, ni sembrado, ni abonado, lo más posible es que no encontrara nada.

Su sorpresa fue mayúscula cuando tras acercarse a aquel pequeño rincón, se encontró inopinadamente con una única flor de una belleza absolutamente incomparable. Era una rosa blanca. Mas grande de lo normal. Aquella rosa desprendía una fragancia única, arrebatadora, extraordinaria, sublime. Examinó el cáliz, sus pétalos aterciopelados indescriptiblemente bellos, y todos los detalles. Por si fuera poco no tenia espinas.

¡Que cosa más extraña! Su sentido practico le hizo preguntarse: ¿Cómo puede haber nacido esto aquí, si no he sembrado ni he abonado este sector, incluso se me olvidó de regarlo? ¿Cómo es posible? De modo que ¿de donde demonios habia salido aquella flor? Y por si fuera poco, su aroma era extraordinariamente mas dulce y mas intenso que el de las otras, y eso que no le habia echado producto alguno.

Si bien lo consideró como un caso raro, tampoco le dio mayor importancia. Asi que llegado el momento de cortarlas, las cortó y las preparó en ramos para vender en las diferentes floristerías. La cosecha de aquel año habia sido muy buena, en cantidad, y sobre todo en calidad, que flores mas bellas y más olorosas, llamaron la atención.

Cuando ya le quedaban pocas flores por cortar, se acordó de la rosa blanca y la colocó sin más miramientos en un ramo de rosas cualquiera. Pero aquella rosa blanca llamaba muy especialmente la atención, por su belleza. Así que llegó a la mejor floristería de la ciudad y vendió sus flores a muy buen precio. El dueño del establecimiento, gran conocedor de flores, apreció la extraña belleza y sublime olor de aquel ejemplar único, y comprendió el valor de aquella flor incomparable al primer golpe de vista. Decidió no venderla: la separó de sus hermanas y se la guardó para si. Le dedicó el mejor sitio de su escaparate.

Pasaron algunos dias. Cuando las otras flores empezaron a fenecer aquella rosa blanca empezó a estar en todo su esplendor, desprendiendo una gama de blancos y de inenarrables perfumes que asombraron a todo el vecindario. Su rosa blanca era la estrella del negocio, el tendero la amaba y la cuidaba como si fuera una hija. Le ofrecieron ingentes cantidades de dinero por ella, pero no cedió, no quiso venderla, la amaba demasiado.

Algún tiempo después, y ante el asombro general de todos (pues no era propio que una rosa durara ya tantos dias por muy bien que se la cuidase), nuestra rosa blanca tambien se agotó.

No volvió a tener una flor igual. Aquella rosa blanca de rara y extraordinaria belleza y fragancia única era la flor más bella que aquel hombre había visto en toda su vida.
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Saludos.